jueves, 18 de septiembre de 2008

Borges contra el kitsch lingüístico

No pretendo comprender el significado del siguiente fragmento de El Aleph de Borges, como él mismo dice en voz de su propio personaje: son "palabras insustanciales".

"-He visto, como el griego, las urbes de los hombres,
Los trabajos, los días de varia luz, el hambre;
No corrijo los hechos, no falseo los nombres,
Pero el voyage que narro, es...autour de ma chambre-

Estrofa a todas luces interesante -dictaminó-. El primer verso granjea el aplauso del catedrático, del académico, del helenista, cuando no de los eruditos a la violeta, sector considerable de la opinión; el segundo pasa de Homero a Hesíodo (todo un implícito homenaje, en el frontis del flamante edificio, al padre de la poesía didáctica), no sin remozar un procedimiento cuyo abolengo está en la Escritura, la enumeración, congerie o conglobación; el tercero -¿barroquismo, decadentismo, culto depurado y fanático de la forma?- consta de dos hemistiquios gemelos; el cuarto, francamente bilingüe, me asegura el apoyo incondicional de todo espíritu sensible a los desenfadados envites de la facecia. Nada diré de la rima rara ni de ilustración que me permite ¡sin pedantismo! acumular en cuatro versos tres alusiones eruditas que abarcan treinta siglos de apretada literatura: la primera a la Odisea, la segunda a Los trabajos y los días, la tercera a la bagatela inmortal que nos depararan los ocios de la pluma del saboyano... Comprendo una vez más qu el arte moderno exige el bálsamo de la risa, el scherzo. ¡Decididamente, tiene la palabra Goldoni!"

Fragmento de un diálogo entre Borges y Carlos Argentino Daneri (no es el cantante de la Sonora Matancera), donde el primero escucha, con paciencia y dolor, al segundo, su conocido -no es su amigo-, recitar una estrofa de su poema La Tierra, del cual se vanagloria el mismo Argentino. Al final, Argentino recibe el Segundo Premio Nacional de Literatura. Todo esto, según algunos, le sirve a Borges para quejarse de la poesía de Pablo Neruda. El discurso de Argentino es un buen ejemplo del kitsch aplicado a la literatura. Con la palabra kitsch me refiero a ese arte, en cualquiera de sus manifestaciones, que resulta ridículo, absurdo y cursi (¿no han visto los cuadros de la Última Cena con imágenes en relieve impresas en papel brillante con marco dorado?, Da Vinci estará revolcándose en su tumba...), donde reinan la ausencia de todo buen gusto y cualidad estética.

Referencia: Borges, J. L., 1999, El Aleph, Glaxia Gutenberg Círculo de Lectores, pp 159-160. Primera edición data de 1952.

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