Cuenta Villoro acerca de Lichtenberg y sus "waste books" o "libros de saldos" al respecto del trabajo del estudioso:
"Una de sus visiones oníricas es una nítida parábola sobre el conocimiento: un anciano que habla en la voz impositiva de las deidades le entrega un objeto y pide que lo estudie 'químicamente'. Lichtenberg trabaja con entusiasmo hasta advertir que su experimento destruye el material. El anciano regresa con una noticia alarmante: le había confiado el mundo entero; las cordilleras, los océanos, las naciones se han vuelto polvo entre sus dedos. El sueño revela los límites del proceso cognitivo: el hombre no puede dejar intacto lo que estudia. Como Kant, Lichtenberg considera que 'el mundo no está ahí para conocerlo, sino para educarnos en él', pero buscar la lección de la natrualeza equivale a modificarla: no podemos borrar nuestras huellas."
(Villoro, J., 2008, De eso se trata, México: Anagrama, p. 84).
"Una de sus visiones oníricas es una nítida parábola sobre el conocimiento: un anciano que habla en la voz impositiva de las deidades le entrega un objeto y pide que lo estudie 'químicamente'. Lichtenberg trabaja con entusiasmo hasta advertir que su experimento destruye el material. El anciano regresa con una noticia alarmante: le había confiado el mundo entero; las cordilleras, los océanos, las naciones se han vuelto polvo entre sus dedos. El sueño revela los límites del proceso cognitivo: el hombre no puede dejar intacto lo que estudia. Como Kant, Lichtenberg considera que 'el mundo no está ahí para conocerlo, sino para educarnos en él'
(Villoro, J., 2008, De eso se trata, México: Anagrama, p. 84).
Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799)
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