jueves, 5 de agosto de 2010

Crónica de central

Me dan ganas de cruzar con los ojos cerrados. No quiero ver, oler ni sentir. Desde siempre siento lo mismo en esta estación. Aquí se mezclan y acentúan los olores de cada mexicano. No son olores agradables, corresponden al carácter de sus portadores: desorden, desinterés, profundo egoísmo y agandalle, suciedad, impuntualidad. ”Familia López, favor de abordar su camión con destino a San Luis Potosí, estamos a punto de salir”. Tarde la familia, tarde el chofer. Un chavito de escasos 15 años me revisa por si traigo pistola. ¡Sólo tiene 15 años! Supongo que es mejor esto a que él traiga la pistola en la calle. “¿Qué le doy de tomar?”, “agua por favor”. Recuerdo la primera vez que subí a un flamante autobús de lujo. No había televisiones planas. Encogieron, es cierto, pero a cambio el interior ya no huele decentemente como antes. Al subir me topo con otro retén de armas de fuego. Por lo menos el inspector es mayor de edad. Me pregunto qué habrá estudiado, ¿siquiera la prepa? La chica de los boletos, tan decente aquí, podría convertirse en Emo por las noches y así poder sufrir amargamente el no poder encontrar su espacio en este país, o quizá este es su espacio, aunque ella y los demás lo descuiden. Al menos el interior no es tan oloroso como el autobús de la mañana. Espero ya no pasen dos películas repetidas. Lo bueno de hoy fue sin duda la comida en Coyoacán. Carlos me contó del juicio a Cortez por la sospecha de haber matado a su esposa al volver de Cuba. Ella murió por encabronamiento, dice Carlos que dice el reporte. El equipo CSI Virreinal no pobró nada. Sospechamos, según el relato que escuché, que la envenenó para que muriera en su cama durante la noche. Dice la canción “pinche Malinche” y no lo dudo, se lo bajó. Me alejo del lugar que me baja el ánimo, sólo vamos 10 minutos tarde, es decir, vamos a tiempo. Dejo las calles invadidas por puestos de comida. Me pongo a imaginar si no caminé cerca de un narco o por lo menos de un raterillo. Me siento ahora a salvo. Bueno, es un decir. Por segunda vez en el día mis audífonos no funcionan, ahora que no había visto la película de caricaturas. Así está el país, funciona a medias. No lo dejamos arrancar y si alguien está suficientemente loco, lo frenamos, no vaya a ser que nos rebase, que el país entero nos rebase y nos haga ver mal. Mejor así.

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