viernes, 3 de octubre de 2008

De los Baby Boomers al Hombre E

La onda de calor íntimo que invadió al mundo entre 1945 y 1964, exitó a toda una generación de padres jóvenes que se dieron a la tarea de procrear a setenta y tantos millones de niños alrededor de nuestro planeta. El baby boom de esta época derivó en el mote de baby boomers a la joven multitud humana de la segunda mitad del siglo XX. Esta euforia moderna fue la causante de una serie de eventos históricos que revolucionaron a la sociedad en todos sus aspectos: que si la individualidad, que si los derechos civiles de diferentes razas y de diversa inclinación sexual, que si el feminismo, que si los discapacitados (personas con capacidades diferentes en nuestro lenguaje del siglo XXI), entre otros. Todos tenemos a un baby boomer cercano, son nuestros padres, tíos, empresarios, religiosos. En fin, todos aquellos que procrearon a la Generación X, en la cual me incluyo (nacidos de 1965 a 1984, aproximadamente). Luego vino la Generación Y, del 85 al año 2000, más o menos. Una generación rompió con todo lo establecido hasta el momento, luego la otra rompe con la anterior y así sucesivamente. Se trata de deslindarse, de autoidentificarse, de darse la chance de equivocarse con recursos propios.

Mientras se gestaban las hordas generacionales, la identidad sexual de cada género también sufría cambios importantes. Las mujeres comienzan a darse el valor que se merecen, se llaman feministas en una primera instancia, todavía las hay. Obtienen el voto, logran ser votadas, sus ropas se aligeran, estudian y logran el estatus que siempre han merecido. Sin embargo aparecen las ejecutivas o empresarias, frías, calculadoras, un tanto masculinas.

Con nosotros pasó igual, el hombre rudo que va a la guerra regresó a casa con una mujer que tuvo que arreglárselas para mantener a la familia fabricando balas o uniformes de guerra o hasta aviones, como el famoso caso de las aramdoras de aviones de guerra canadienses. El hombre debe aceptar una "igualdad" entre sexos en los 60's, expresado al máximo en Woodstock en 1969. Al hombre ya no se sonroja al hablar de amor (claro, iba siempre acompañado de sexo, vaya truco). Coincidente con la adultez joven de la Generación X, Mark Simpson crea el término Metrosexual para el hombre de la gran metrópoli que necesita cosméticos y diversos ungüentos hasta entonces monopolizados por las mujeres. Total la historia siguó su curso hasta que llegamos al 1 de octubre de 2008 pensando que sería difícil que el hombre se reinventara, cuando, pasmado, leo la noticia: "Desbancan Hombres E a Metrosexuales", zácatelas, no qué ya no había imaginación. Un hombre capaz de dedicarle a su apariencia física más de 45 minutos al día (descontando el ejercicio, el baño y la puesta de la ropa) se le denomina Hombre E. Al principio me pareció lo mismo, luego comprendí que el Metrosexual se limita a comprar buena ropa, a salir bien peinado, perfumado y combinado y a usar buenas cremas y lociones para afeitar, mientras que el Hombre E le agrega 45 minutos a lo anterior, muere por una mascarilla de pepino, sabe el significado de la palabra exfoliante y emoliente, conoce los diferentes tipos de masajes ofrecidos en los spas, en fin, parece toda una dama, pero sigue siendo todo un heterosexual.

Yo prefiero ser Hombre a secas: el que usa unas cuantas cremas, sólo para los labios resecos cada invierno, o Arnika o pomada del Tigre en caso de golpes; su loción dura entre 3 y 4 años; y su tiempo de arreglo personal no dura más de 25 minutos, incluidos lavarse los dientes, bañarse, escoger la ropa y vestirse.

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