Mi maestro de fotografía

Mi mamá, como todas las mamás, no olvida los detalles importantes de la vida de sus hijos. Con respecto al post del 30 de julio de 2008, tuvo a bien corregirme porque mi primera cámara fue una verdadera cámara oscura. Poco antes de obtener de ellos mi Kodak Instamatic con Magicubos, mi papá me explicó el principio que rige a la fotografía y lo llevamos a la práctica. Este principio habla de las ondas electromagnéticas, las que se encuentran en el especto visible de luz, reproduciéndose de manera invertida, en el interior de una cámara oscura, donde el único acceso de luz es un pequeño agujero. Este principio lo aprendí con una lata de leche Nido. Le practicamos un agujero y por dentro, del lado opuesto a éste, le colocamos un pedazo de papel fotográfico. Este procedimiento se realiza en total oscuridad. El agujero debe ir tapado hasta que uno decide realizar la exposición, es decir, hasta que uno coloca la cámara frente a la imagen a reproducir. Se destapa cautelosamente el agujero para evitar que la fotografía salga movida. En aquel día, dentro de mi primer quinquenio de años, tomamos una fotografía de algún paisaje urbano desde la azotea de mi casa en la calle del Árbol, en la colonia Chapalita en Guadalajara, donde mi papá había habilitado su cuarto oscuro. Según mi mamá, esa foto todavía existe en algún álbum de bebé, pero ha de estar traspapelada. La imagen que si se ha borrado es mi recuerdo de aquel día, quedando sólo una imagen imaginada, según la narración que he escuchado de ella una y otra vez. Lo que si conservo es esta imagen de mi maestro de fotografía.